Y llegar a casa e ir directa a mi habitación, cerrar las ventanas, y bajo esa oscuridad, buscar la cama, hacer una almohada improvisada con la manta cerrar los ojos y que poco a poco empiecen a caer en cascada las lágrimas que tanto tiempo llevo conteniendo, esas que no cayeron en su momento, por orgullo, por querer aparentar ser fuerte, pero que ya no tienen fuerzas para seguir aguantando la fuerza de la gravedad y se dejan caer, y caen arrastrando cada momento que no he sabido afrontar, cada momento que se ha hecho demasiado grande para mí y chocan contra la almohada, que absorbe cada una de las historias, de los sentimientos que contiene cada gotita de agua... Y después de llorar, de dejar salir todo lo que el corazón guarda, toca reponerme, secarme las lágrimas, quitarme cualquier signo de tristeza , mirarme al espejo y sonreír, y decir en voz alta que puedo con cada obstáculo, y salir feliz, con más ganas de comerme el mundo, con más ilusión por descubrir cosas nuevas, con fuerza para no quitar nunca esa sonrisa que demuestre que pese a la lágrima que cae, SOY FELIZ.
Clara
Describiste mi monótona vida con cada una de estas palabras. Es siempre igual, fingir y fingir felicidad todo el tiempo, llegar a mi cama y deshacerme a pedazos.
ResponderEliminarGracias por comentar mi blog! :)
ResponderEliminarMe identifique mucho con lo que escribiste!
El hecho de ocultar lo que en realidad sentimos
Hermoso blog! Te sigo! Un beso, suerte.