Crecer te hace madurar, hace que tus gustos cambien contigo. Tal vez las cosas que te gustaban antes ya no las soportes. Tal vez te empiecen a gustar cosas que antes creías imposibles. Pero no importa. No importa si eres maduro o infantil, grande o pequeño, todo es posible. Cualquier persona puede ser feliz. No se necesita más que unos amigos y una ciudad que recorrer, para ser la persona más feliz del mundo. Reír con ellos hasta que te duela la tripa y las mejillas, mientras paseas por esa ciudad con sus mil calles, visitar todos los lugares posibles. Ir y venir. Hacer cosas increíbles, imposibles. Cosas que sin ellos no te atreverías a hacer. Nada a nuestro alrededor es igual a como era al principio. Ciudades, lugares, personas; cambian. Sí, todo cambia, pero la felicidad sigue ahí. Siempre tendrás algo dentro de ti que te hará sonreír. Esos recuerdos quedarán contigo.

Nunca tendrás una escusa para no ser feliz. Y es que la vida es dura, y cuesta, pero solo tú tienes el poder de cambiar la tuya. De ser feliz. Y es que sólo tú puedes decidir que hacer con el tiempo que se te ha dado.
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